Las personas que presentan una mala forma física a partir de los 40 años pueden experimentar un descenso del volumen cerebral cuando lleguen a los 60, un incador de la aceleración del envejecimiento cerebral, según un nuevo estudio presentado en el EPI/Lifestyle 2015 Meeting de la Asociación Americana del Corazón.
«Algunas personas no se empiezan a preocupar de su salud cerebral muy tarde, cuando son muy mayores, pero este estudio recoge más evidencias de que ciertos comportamientos y factores de riesgo a partir de una edad «mediana» puede tener consecuencias importantes en el envejecimiento cerebral posterior», ha manifestado Nicole L. Spartano, autora principal de la investigación.
Casi 1.300 participantes tomaron parte en este estudio (Estudio Framingham Offspring) que dio comienzo en los años 70, cuando su media de edad era de 41. En ese momento, ninguno de los participantes padecía ninguna enfermedad cardiaca ni problemas cognitivos. A partir de 1999, cuando su media de edad era ya de 60 años, comenzaron a realizarse distintas pruebas cognitivas, así como resonancia magnética del cerebro, etc. Los resultados fueron claros. Las personas que estaban en buena forma física presentaban mejores condiciones de presión arterial, algo que influye notablemente a nivel neurológico.
«Los pequeños vasos sanguíneos del cerebro son muy vulnerables a los cambios en la presión arterial y pueden verse dañados con estas fluctuaciones», ha asegurado Spartano. «Precisamente, ese daño vascular en el cerebro puede contribuir a que se produzcan en él cambios estructurales y pérdidas cognitivas. Por eso quisimos investigar su relación con la forma física de las personas», añadió.
Los investigadores encontraron que aquellas personas con peor condición física o a quienes sufren aumento de la presión arterial diastólica (la conocida como la «mínima» o la «baja») o mayor frecuencia cardiaca en rutinas de baja intensidad tenían el volumen de tejido cerebral más pequeño con el paso de los años. Esas personas también obtuvieron peores resultados a la larga en un prueba cognitiva que medía la función de toma de decisiones.
Así pues, se ha concluido que una pobre condición física podría estar asociada con una aceleración del envejecimiento cerebral. Promover el ejercicio físico, ya no sólo durante la infancia o la juventud de las personas, sino también a partir de los 40, es un paso muy importante para garantizar un envejecimiento saludable del cerebro en la población.
La siguiente meta, según Spartano, es volver a estudiar a los participantes del ensayo diez años después para determinar cuántos de ellos desarrollaron demencia u otro tipo de trastorno cognitivo, y si podría estar relacionado con la práctica de ejercicio durante la mediana edad.
Lo que está claro es que apostar por unos hábitos saludables a lo largo de toda la vida, con ejercicio físico regular y una alimentación basada en los preceptos de la Dieta Mediterránea, se va a traducir en una indudable mejora de la calidad de vida de las personas. Y eso no tiene precio.
