La Dieta Mediterránea, basada en el aceite de oliva, podría proteger contra la diabetes tipo 2. Así lo afirma un estudio publicado el año pasado la revista científica de la Asociación Europea para el Estudio de la Diabetes (EASD) y llevado a cabo por investigadores del Departamento de Epidemiología del Instituto de Investigación Farmacológica Mario Negri, dirigido por Carlo La Vecchia, profesor de la Universidad de Milán.
Los investigadores analizaron los datos de 22.295 participantes en la investigación prospectiva europea sobre Cáncer y Nutrición (European Prospective Investigation into Cancer and Nutrition –EPIC–), dirigido por Antonia Trichopoulou. Tras ser monitorizado activamente durante 11 años, se produjeron 2.330 casos de diabetes tipo 2. A través de un cuestionario, se fue recogiendo información sobre su consumo de alimentos, lo que ha permitido a los investigadores definir, para cada sujeto, una puntuación de 0 a 10 con el fin de estimar la adherencia a la Dieta Mediterránea, así como una puntuación que medía los carbohidratos presentes en la dieta en términos de la carga glucémica.
Las personas que tenían una puntuación «Dieta Mediterránea» por encima del 6 presentaban un menor riesgo de padecer diabetes, un 12% menor en comparación con los que tenían una puntuación inferior a 4. Asimismo, en los que estaban en el nivel más alto de carga glucémica se observaba un aumento del riesgo del 21% en comparación con aquellos que estaban en el nivel inferior. Por otra parte, se concluyó que combinar las pautas de la Dieta Mediterránea junto a una baja carga glucémica podría reducir riesgo de padecer diabetes en un 20%.
«El papel de la Dieta Mediterránea en el control de peso es aún controvertido y, en muchos estudios realizados en los países mediterráneos, la adhesión a este tipo de dieta no se asoció con el cambio de peso. Esto sugiere que la protección que ofrece la dieta mediterránea contra la diabetes no radica en el control del peso, sino en otros factores dietéticos que la caracterizan», asegura Marta Rossi, investigadora del Instituto Mario Negri y de la Universidad de Milán, y primera autora del trabajo.
«Una peculiaridad de la Dieta –y posible explicación de su efecto protector– es el uso del aceite de oliva extra virgen, rico en grasas monoinsaturadas y bajo en grasas saturadas», añadió Mediterránea», añadió Federica Turati, otra de las investigadoras implicadas en el proyecto.
«Un régimen alimenticio de baja carga glucémica y que sigue las pautas de la dieta mediterránea podría reducir la incidencia de la diabetes tipo 2»
En cuanto a los hidratos de carbono, Carlo La Vecchia sostiene que «una dieta con alta carga glucémica lleva a un rápido incremento de la glucosa, con el consiguiente aumento de los niveles de insulina en la sangre. El aumento de la demanda de insulina, a largo plazo, conduce a una disminución funcional progresiva de las células beta del páncreas, y, como consecuencia, a una tolerancia a la glucosa alterada y a un aumento de la resistencia a la insulina, un factor de predicción de la diabetes».
Por tanto, los autores concluyen que «un régimen alimenticio de baja carga glucémica y que sigue las pautas de la dieta mediterránea podría reducir la incidencia de la diabetes tipo 2».