Todos conocemos los múltiples beneficios de practicar algún deporte. Disminuye el riesgo de ciertas enfermedades, fortalece los huesos, nos ayuda a mantenernos en forma, ayuda al desarrollo muscular, incrementa los niveles de colesterol «bueno», ayuda a dormir bien, mejora el estado de ánimo e incrementa la sensación de bienestar, hace que tengamos más vitalidad…. Y, además, el deporte «engancha». Los expertos aconsejan, como mínimo, una hora diaria de ejercicio moderado para poder disfrutar de todos estos beneficios y, si comenzamos a hacerlo, veremos como nuestro cuerpo nos pide más.
Sin embargo, la práctica deportiva, como todo en esta vida, también tiene un pero. Sólo uno y se llama estrés oxidativo. ¿En qué consiste? De forma breve, significa que cuando hacemos ejercicio físico, sobre todo a nivel intenso, nuestro cuerpo consume mucho oxígeno, lo que provoca que se liberen radicales libres que pueden dañar a las células. El propio organismo dispone de mecanismos para luchar contra ese estrés oxidativo, a través de su capacidad antioxidante pero, en ocasiones, él sólo no puede vencer ese desequilibrio y tenemos que pedir ayuda. ¿A quién? Pues, por ejemplo, a alimentos antioxidantes, entre ellos el aceite de oliva.
La inestimable ayuda de la vitamina E
El aceite de oliva es muy rico en vitamina E, un antioxidante natural que ayuda a luchar contra el estrés oxidativo y mejora el rendimiento de los deportistas. La función que ejerce esta vitamina E es la de proteger a las membranas celulares del deterioro oxidativo, aunque no es el único elemento del aceite de oliva que cumple este papel.
Según una reciente investigación, llevada a cabo por Jesús de la Osada, Catedrático de Bioquímica en la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Zaragoza, el aceite de oliva tiene hidroxitirosol, un elemento con mayor poder antioxidante aún que la vitamina E. Así pues, es muy recomendable incluir el aceite de oliva antes y después de los entrenamientos deportivos.
El tomate, los frutos rojos o los frutos secos son otros alimentos con alto poder antioxidante que también podemos incluir en la dieta.
Más beneficios
No se quedan ahí los beneficios del aceite de oliva en la práctica del deporte. Por ejemplo, hablábamos de que el ejercicio físico aumenta los niveles de colesterol «bueno». Si a eso añadimos que el ácido oleico presente en el aceite reduce los niveles de colesterol «malo», tendremos el tándem perfecto que garantice la salud de nuestras arterias.
Asimismo, el aceite de oliva virgen actúa también contra las inflamaciones que se pueden producir durante la práctica deportiva.
La recomendación de ingesta de lípidos en la dieta de los deportistas se sitúa entre el 25 y el 30%, y la mitad de esta cantidad debe proceder de los ácidos grasos monoinsaturados, entre los que se encuentra el aceite de oliva, además de los frutos secos.
En definitiva, la práctica de ejercicio físico es fundamental para cualquier persona, sea cual sea su edad, y si la complementamos con una dieta que contenga aceite de oliva, los beneficios serán aún mayores.